El cliente llevaba 23 años probando diferentes logotipos y combinaciones de color sin llegar a definir nada y con serios problemas de packaging.
Desarrollar un producto muy bueno no es garantía de éxito pues no se le conoce si no se prueba y en eso, el diseño de envases, es una pieza fundamental.
Antes de acometer la línea de packaging se les planteó perfilar el concepto corporativo y su pequeño manual de estilo para empezar a unificar criterios y en consecuencia, la imagen general de la empresa.
Se recuperó una antigua ilustración del panadero repartiendo en bicicleta que tenía tantos años como la empresa y se adecuó la tipografía a la filosofía de trabajo artesanal como el que desarrollan.
En cuanto a los envases se creó un pack principal de 250 grs con el mismo concepto de líneas curvas para una suavidad de comprensión y ventanas redondas imitando a las ruedas de la bicicleta.
El resto de envases se completó con pegatinas redondas para unificar criterios sobre bolsa transparente y así dejar paso a la vistosidad del producto.
Los resultados se materializaron muy pronto con una muy buena acogida del público además de la obtención de muchos más puntos de venta con la consiguiente subida de facturación.
Se remató el conjunto con la caja de envíos. Una pieza que sigue recordando el criterio principal pero con toques diferenciadores por ser para otra utilidad.